domingo, 8 de noviembre de 2015

Ramón Cecilio Farreras, Jefe civil y militar de Guayana


Los fatalistas suelen decir que cuando la alegría es explosiva e interna, presagia tragedia o algo parecido. Y si eso es así, en la Ciudad Bolívar de 1902 se cumplió ese aserto de mal agüero, pues el año se inicio con desbordada alegría y terminó con la ciudad tomada para un gran baño de sangre.
            1902 fue recibido por los bolivarenses con la ciudad que parecía un espejo de limpia, la Plaza Bolívar iluminada al igual que las plazas Falcón, Miranda y Talavera, retretas de la Banda del Estado dirigida por F.G. Grillet, salvas de artillería, Tedeum de la Catedral, Paseo Militar, banquetes populares, corridas de toros, piñatas, cucañas y mucha música y fuegos artificiales en la Alameda.
            El General Julio Sarría Hurtado, quien había sido electo Presidente Constitucional del Estado Bolívar para el trienio 1902-1905, al igual que el Gral. Diego Arreaza y el Dr. José Tadeo Ochoa, primer y segundo vicepresidente respectivamente, fue juramentado por la Asamblea legislativa que presidía el Dr. Antonio Natera Ricci, el mismo primero de enero. Luego Natera Ricci pasó a formar parte del tren ejecutivo como Secretario General de gobierno, pero provisionalmente porque pronto el general Manuel Silva Medina vendría de la gobernación del territorio federal yuruary a ocuparse ese cargo, al menos hasta el 22 de mayo cuando recibió orden de reencargarse nuevamente de la gobernación del territorio. Castro movía sus piezas, pues estaba en puerta una guerra contra su mandato.
            El Mocho Hernández continuaba siendo un factor de inestabilidad y por ello ordeno romper relaciones con la vecina Colombia debido a los incidentes fronterizos protagonizados por revolucionarios mochistas, virtualmente favorecidos por el gobierno conservador del vecino país.
            Pero, esto no era todo, Castro estaba preocupado porque veía sobrevenir la Revolución Libertadora liderizada por el banquero Manuel Matos, quien desde a bordo del vapor Ban Righ, al que le puso el nombre del Libertador había lanzado la conocida proclama “La Patria gime. La Patria perece”.
            El vapor Libertador se desplazaba por el Mar de las Antillas tratando de aumentar su flota con barcos venezolanos que cubrían esa ruta. El vapor Bolívar del cual era Fiscal y Jefe de la Guarnición del coronel Arturo Uslar, padre del Dr. Arturo Uslar Pietri, estuvo a punto de ser capturado y vino a para a Ciudad Bolívar, donde permaneció dos días.
            Sin embargo, la provincia estaba tan acostumbrada a las sublevaciones que no porque estuviese en puerta una guerra iba a dejar de celebrar sus fiestas tradicionales.
            El Carnaval era fiesta tradicional y los bolivarenses, no la dejarían de lado a causa de un conflicto que apenas se anunciaba. De manera que el Carnaval de 1902 estuvo como de costumbre, divertido, especialmente con las Carreras de caballos escenificadas en plena calle y la popular Cucaña o Palo encebado exaltado ese año en la vena poética de M. Ramón Carrión: Nadie a subir se atreve a la Cucaña / que un premio ostenta en la elevada cima / hasta que al fin un mozo se aproxima / y en práctica poner quiere su maña /Ríe su gente y su valor extraña / más cuando ve el término se arrima / con sus aplausos y su voz se anima / y la fuerza a sus brazos acompaña / Toca el premio por fin, más un descuido / le hace caer y el pueblo se apresura / a convertir su aplauso en un silbido / que siempre en este valle de amargura / silban al infeliz que está caído / los que aplaudieron viéndole en la altura/.
            La carrera de caballos, a falta de hipódromo, se realizaban en plena calle, pero generalmente en La Alameda, hoy Paseo Orinoco.
            En los carnavales de ese año se escenificaron en La Alameda bajo los auspicios del Presidente del Estado, Julio Sarría Hurtado. El primer día se escenificaron tres carreras: la de las damas, en distancia de 600 varas; la del comercio, 500 varas, la de los Gentleman, a 400 y la de los Vencedores (caballos triunfantes en distintas carreras), 500 varas.
            Tanto la vara (0.836 m.) como la legua eran las medidas de longitud prevalecientes. Aún no se había puesto en práctica el sistema métrico decimal.
            Para participar, había que inscribirse y en la solicitud consignar los nombres y colores de los caballos así como colores y distintivos de los jinetes. Se realizaban apuestas en una taquilla instalada por los organizadores del evento, cuya apertura anunciaba un toque de campaña. Una segunda campanada era señal de que los caballos se preparaban para la partida. El cierre de la taquilla o apuestas se indicaban con un tercer campanazo.
            Al hacer la bandera debían partir los caballos y el que no lo hiciera en el instante, perdía todo derecho a la misma. Así de esta manera se fue avivando y creciendo el entusiasmo hasta 1907 que la ciudad tuvo por iniciativa privada y del gobierno un hipódromo en la parte oriental de la capital en el cual el Jocky Club organizaba carreras hípicas por temporada.
            Ciudad Bolívar tiene tres islas o islotes, prácticamente al frente de su desarrollo urbano. Hacía la parte oriental, Isla Panadero, en pleno centro la Piedra del Medio y al occidente El Degredo.
            Degredo es un vocablo netamente venezolano y se emplea para designar lugar de enfermos contagiosos. A esta bella isla del Orinoco se le nombra así porque allí el gobierno de la Provincia ordenaba permanecer a los barcos cuando procedían de puertos de donde Sanidad tuviese información de brotes epidémicos.
            Ese año estallo un brote de viruela y fiebre amarilla en Las Antillas, por lo que en la ciudad se instaló una Junta de Sanidad para ejercer vigilancia de los buques procedentes de las islas del caribe. El primer barco que sufrió los rigores de las medidas fue la goleta francesa Iris, la que fue obligada a permanecer quince días en El Degredo.
            La junta de sanidad funcionaba y estaba integrada por médicos casi todos de los hospitales caridad y mercedes, para entonces muy mal de recursos por lo que hubo que pedirle al artista Colon Gómez, recién llegado para actuar en el Teatro Bolívar, una función de transformismo a beneficio de esos nosocomios donde era más que evidente y manifiesto el humanitarismo del personal médico y paramédico.
            En la isla del degredo, la cual habría pertenecido al general La Rosa, a quien don Natalio Valery visitaba con mucha frecuencia. Por supuesto, doña Paulina La Rosa se instalo allí después que el islote dejó de ser Degredo. Otro visitador de la isla era el Br. Ernesto Sifontes cuando se puso de manifiesto su gran vocación meteorológica. Ese año de 1902 se ocupaba en su casa de la plaza miranda, frente a José Ramón Pérez, de limpiar y componer máquinas de coser tanto las ruidosas de cadenetas como las silenciosas Singer.
            Aunque estaba en puertas una guerra, la ciudad no lo demostraba y menos el presidente del estado Julio Sarría, quien quería hacer cosas y ponía mucho oído a las sugerencias de los notables de la ciudad, entre ellas, la necesidad de crear la procuraduría general del estado para que el ejecutivo tuviese quien lo representara ante los funcionarios de la administración de justicia.
            Efectivamente, sarría hurtado dictó un Decreto de cinco artículos el 5 de abril, creando la Procuraduría General del Estado que sería abrogado el 3 de junio de 1904 por el presidente Leoncio Quintana.
            La ciudad de Saint Pierre de la barloventeña isla de martinico, quedó totalmente destruida por efecto de la erupción del volcán Monte Pelado (Montagne Pelée). Bajo su alud de fuego quedaron sepultados sus habitantes, entre ellos miembros de las Familias Bolivarenses Pietrantoni, Retali, Tomassi y Palazzi.
            Martinica es departamento de Francia. Tiene 1.100 Kms. 2 y su capital es Ford-de-France. Pertenece al grupo de Barlovento de las Antillas Menores y está situada entre Dominica, Al N, y Santa Lucía, al S. Dominada por el pico volcánico Montagne Pelée de 1.397 metros de altitud, es célebre por haber sido cuna de Josefina, esposa de Napoleón.
            Otra erupción, pero ya en otros términos, fue la que ocurrió en Ciudad Bolívar al sublevar el 23 de mayo en el cuartel del capitolio, una gran parte del Batallón cordero, a la cabeza de su jefe de instrucción, Capitán Ramón Cecilio Farreras, en combinación con fuerzas civiles liderizadas por Francisco (Pancho) Contaste Gerardino, quien tenía su residencia en la llamada Casa de Tejas del Zanjón.
            El presidente del estado julio sarría hurtado y el comandante del batallón cordero, general Ovidio salas, resistieron con unos 200 hombres durante cinco días convirtiendo la ciudad en escenario de una encarnizada lucha. Ya impotentes el 27 de mayo decidieron con el resto de sus tropas abordar el vapor masparro y retirarse a San Félix luego de varios días, reembarcaron en el vapor Miranda hacia trinidad, dejando al general Anselmo zapata, resistiendo en San Félix.
            Como consecuencia de este golpe, el diario El Anunciador dejó de circular, pero apareció el diario La Revolución Libertadora, dirigido por Emilio Alcalá para suplir su falta.
            Ramón Cecilio Farreras se declaró Jefe Civil y Militar del Estado Bolívar y nombró como Secretario General al doctor Pablo Acosta Delgado, a quien mese más tarde sustituyó Luis F. Vargas Pizarro.
            En agosto, los bolivarenses experimentaron la primera reacción del gobierno de castro. Los vapores de guerra Restaurador y Bolívar, comandados por el coronel Román Delgado Chalbaud y bajo el mando expedicionario del general José Antonio Velutino remontaron el Orinoco y en los días 20, 21 y 22 dispararon 1.300 proyectiles explosivos sobre la ciudad causando cinco muertos, 14 heridos y dañando seriamente numerosos inmuebles, entre ellos la Catedral, el Colegio Nacional, los Hospitales Ruiz y Mercedes, el Acueducto y el Capitolio.
            Con la sublevación de R.C. Farreras, la Revolución Libertadora comandada por Manuel Matos, obtuvo a última hora una pieza importante dentro del cuadro de su revolución, pero no sirvió sino para alargar meses más una guerra que a menos de tres años se veía perdida ante la contundencia militar de las fuerzas comandadas por el General Juan Vicente Gómez.

            Ramón Cecilio Farreras, convertido en Jefe Civil y Militar de Guayana, era guayanés. Hijo del educador Juan Bautista Farreras y Mercedes Franchi había nacido en Ciudad Bolívar en 1875 y estudiado en la Escuela de Artillería fundada en Caracas por el presidente Joaquín Crespo de donde egreso con el grado de Teniente de Artillería en 1897. Ascendido a Coronel, se desempeñaba como Jefe Instructor de la Guarnición de Ciudad Bolívar cuando al grito de “Mueran los Andinos” se apoderó del Cuartel  de Ciudad Bolívar, se erigió en Jefe Civil y Militar y entrego la Plaza a la Revolución Libertadora, cuyo comandante, el General Manuel Antonio Matos lo ascendió a General el 30 de julio de 1902.

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