El doctor José Nicomedes Rivas, quien había sido diputado por su estado natal Trujillo y Director de Correo, fue nombrado Presidente del Estado Bolívar el 25 de junio de 1943 y gobernó por poco tiempo debido a que fue llamado para ocupar el Ministerio de Relaciones Interiores.
Igual que su antecesor, al doctor José Nicomedes Rivas le toco ejercer la presidencia del estado durante un lapso similar, vale decir, un poco más de cuatro meses también, acaso el necesario para afrontar la excepcional crecida del Orinoco, de la cual fue librado o se libro oportunamente el doctor Gumersindo Torres.
José Nicomedes Rivas, nacido en el Jajo, Trujillo, en 1894, graduado en Ciencias políticas en 1923 y alumno de Monseñor Miguel Antonio Mejia; se declaró en ejercicio de la Presidencia del Estado, el 6 de julio, advirtiendo al pueblo de Guayana “que su programa de Gobierno es la Ley, traducida en tres palabras: comprensión, justicia y probidad” al tiempo que subrayaba que como no entendía de malabarismos políticos, estaba lejos de la dialéctica sofista y la promesa vana o falsa.
Tomó posesión pocos días antes del Presidente Isaías Medina Angarita iniciar una gira por los países bolivarianos. Entonces el Ministerio Dr. Tulio Chiossone quedó encargado de la Presidencia de la República.
En noviembre, el doctor José Nicomedes Rivas sería llamado para ocupar el Ministerio de Relaciones Interiores. Durante su lapso breve de gestión, designó Secretario General de Gobierno al Dr. Carlos Tinoco Rodil, autorizó la Seccional del Partido Democrático de Venezuela, conforme a solicitud hecha por el Br. Brigido Natera Ricci, Marco A. García Delepiani y Dr. J.M. Arapé Garmendia; dictó el Reglamento de la Banda Dalla-Costa, inauguró el alumbrado de la Cancha Tenis del Club Deportivo Social, en la Avenida Táchira e inspeccionó los trabajos que estaban por finalizar del nuevo Acueducto de Ciudad Bolívar.
Las obras del Acueducto las realizaba la Raymond Pile Concrete Co. en esa ocasión se probó la bomba de la Estación principal situada en la Toma, algo más allá de la desembocadura del río San Rafael y de allí se bombeó agua al depósito de El Vigía y de El Vigía una segunda bomba de relevo envió el líquido hasta la Caja de Agua frente al Capitolio.
Pero la tarea principal del Presidente del Estado, doctor José Nicomedes Rivas, estuvo centrada en hacerle frente a la crecida impetuosa del Río Orinoco que comenzó invadiendo el Paseo La Alameda hasta inundar toda la parte baja de la ciudad.
Aparte del refuerzo del Dique con un muro de concreto armado dispuesto por su antecesor, el Presidente del Estado, designó una junta para ejecutar otras obras de defensa y solicitar los recursos económicos que se requerían para atender a los damnificados.
Esta junta estuvo presidida por el obispo de la Diócesis, Monseñor Miguel Antonio Mejia y la integraban los doctores Rogelio Decanio, Luis Adrianza, J.R Méndez, Ernesto Sifontes, Virgilio Casalta, Carlos Boccardo y Antonio Levanti. Despachaba desde la Oficina de José Luis Aristiguieta en el Garage Contreras.
El Orinoco Comenzó a penetrar en la ciudad el 26 de julio y el ocho de agosto la situación era catastrófica, según esta nota del Bachiller Ernesto Sifontes: “La gran catástrofe llegó inesperadamente esta madrugada a las 3 horas, pues el río socavando el terreno por debajo de la pared de defensa que hay en la Quinta Valeri, determinó un volcán de agua incontenible que a las nueve de la mañana formaba un gran chorro de ocho metros de ancho que atravesaba la calle y caía sobre la Laguna. Ninguna defensa fue posible ante la imponente catarata que a la hora dicha había derrumbado varias casas que se encontraban en su camino. Es probable que dentro de 48 horas las aguas, entre la Laguna y el Río, se hayan nivelado y el desastre entonces será colosal, igual al registrado en 1892, en que las aguas llegaron por El Porvenir hasta la esquina de la casa de los Aristiguieta situada frente al Cine Mundial”.
La crónica del 10 de agosto del Br. Sifontes agregaba que “el enorme chorro por la zona de los Valeri ha sido en aumento y ha derrumbado muchas casas. Otro chorro, el de La Glaciere que corre por la calle Piar es más impetuoso. En la esquina del Royal Bank se ha formado un puerto donde descargan las curiaras. Las aguas alcanzan el Mercado Público y el nivel de La Laguna continúa aumentando y esta mañana estaba sobre la acera del Culí Maray y en el paseo del Porvenir. Tal vez mañana invadan la Plaza del Abanico y terrenos de la Ciudad Perdida”.
La crónica del 10 de agosto del Br. Sifontes agregaba que “en el Mercado las aguas no se han unido, el río pasó sobre los malecones y tapó todos los bancos del Paseo. Palazzi Hermanos lleva su clientela embarcada desde el Resguardo si previamente lo llaman por el teléfono 352. El Banco de Venezuela se mudó a la casa de Malvina Rosales. Las oficinas de obras públicas fueron mudadas frente a Afanador y al Compañía Venezolana de Navegación, frente a casa de de Fragachán. Los damnificados que habían sido alojados en los bajos del Hotel Bolívar fueron evacuados nuevamente. La bomba de la desecación y las bocas de las cloacas quedaron sepultadas por la inundación y el Resguardo sirve de atracadero a las curiaras. Las aguas de la Laguna llegan a la Bodega Titán y aceras de la Plaza Abanico. A algunos árboles de la Laguna sólo se les ve la copia. Las culebras y toda clase de roedores y sanguijuelas son aguardadas en las orillas por muchachos que los acusan y matan. La calle Venezuela amaneció inundada desde la Ciudad Perdida hasta el naciente, tres metros bajo el agua”.
A partir de esta fecha no hubo más crónicas sobre la crecida y estragos del Orinoco porque el diario El Luchador dejó de circular desde el jueves 12 de agosto cuando sus talleres quedaron inundados hasta el 4 de septiembre cuando comenzaron a descender las aguas y pudo reanudar sus labores periodísticas.
El Presidente Isaías Medina Angarita, quien acababa de regresar de una gira de buena voluntad por los países bolivarianos, se vio obligado a venir a cerciorase personalmente de la magnitud de los daños y a ordenar algunas obras de saneamiento como la demolición de la Ciudad Perdida y la erección en su lugar del actual Grupo Escolar Estado Mérida.
La crecida del Orinoco fue tan espectacular que trascendió a otros países como México que inmediatamente dispuso su solidaridad. En el Cinema Palacio pasaron la película “Doña Bárbara” a beneficio de los damnificados del Orinoco y cantaron Alfonso Ortiz Tirado y Pedro Vargas.
A la calamidad del Orinoco se sumó a fines de octubre un pavoroso incendio en El Callao. Los almacenes de la New Gold Fields quedaron totalmente calcinados. Las perdidas fueron estimadas en más de 2 millones de bolívares, pero afortunadamente no hubo victimas.
El 20 de noviembre fue llamado a Caracas el doctor José Nicomedes Rivas y designado Ministro de Relaciones Interiores. En la presidencia del Estado, el General Medina Angarita nombró el escritor Mario Briceño Iragorri.
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