El 25 de febrero,
el general Marcelino Torres García resultó reelecto Presidente del Estado
Bolívar para el período constitucional 1918 – 1921 junto con F. Colmenares Pachecho y
Anselmo Zapata Ávila, en calidad de primer y segundo vicepresidente,
respectivamente.
El segundo mandato del general Marcelino Torres García
estuvo centrado en hacer realidad las obras decretadas dentro del programa
celebratorio del centenario del Congreso de Angostura, el 15 de febrero de
1919.
El año anterior, sendos decretos habían sido dictados
por la Asamblea Legislativa y el Ejecutivo Regional para celebrar “con toda la pompa y solemnidad que merece
el magno suceso”.
La Junta designada para tal fin la integraban José
Afanador, Hilario Machado, Bartolomé Tavera Acosta, Régulo Machado, José Tadeo
Ochoa, Santiago Izaquirre, Carlos Afanador, Ramón Sucre Contaste, J. G. Machado
Siegert, W Monserratte Hermoso, Juan Manuel Sucre, J. M. Agosto Méndez, Ernesto
Sifontes y Rafael Recao. La celebración
en los distritos Piar, Roscio, Cedeño y Sucre, fueron encomendadas a Juntas
Subalternas.
Entre la serie de obras decretadas destacan la Plaza de La Ley con un monumento
alegórico de mármol al Congreso de Angostura y de la cual sólo se colocó la
primera piedra; una Escuela de Artesanos denominada escuela Diego Ballenilla en recuerdo del primer Secretario que tuvo
el Congreso de Angostura; retrato al óleo, tamaño natural, del Libertador en
actitud de leer su Discurso en la sesión de instalación del Congreso y del
doctor Alejandro Prospero Reverend (pintura de José Eugenio Montoya); la Plaza República con el busto de Francisco
Antonio Zea, primer Presidente del Congreso; Certamen Literario con premios de
400 bolívares para composiciones, prosa y verso, y dos plumas de oro como
accesit (el de poesía fue ganado por Udón Pérez y el de prosa por Pedro F.
Escalona y los accesit a F. Cova Fernández y J. M. Cova Maza, de Barcelona);
medalla conmemorativa del centenario; la corporación Sociedad de la Historia
compuesta de 20 miembros de Número, para estudiar los anales patrios,
preferentemente los de Guayana; exposición de manualidades femeninas; retrato
al óleo de Cristóbal Colón (del artista José Eugenio Montoya; edición, 1000
ejemplares) del Discurso de Angostura; reconstrucción del Teatro Bolívar y
edición de un libro sobre el desarrollo industrial del Estado Bolívar.
A los festejos se asociaron con actos individuales los
siguientes barrios que entonces existían en Ciudad Bolívar: San Isidro, Paseo
Meneses, San Antonio, Puente Gómez, Paseo Gáspari, Plaza Miranda, La Concordia,
Los Coolíes, Santa Ana, Guzmán Blanco y La Alameda.
La Sociedad de Historia se reunió el 3 de octubre de
1918, con la asistencia del Presidente del Estado, general Marcelino Torres
García; el Secretario de Gobierno Rafael Villanueva Mata; doctor Bartolomé
Tavera Acosta, doctor Jesús Mendoza Briceño, doctor Wenceslao Monserrate
Hermoso, doctor Juan Manuel García Parra, Hilario Machado, doctor Félix Rafael
Páez, doctor José Tadeo Arreaza Calatrava, doctor José Tadeo Ochoa, doctor José
Manuel Agosto Méndez, doctor José Eugenio Sánchez Afanador, bachiller Rafael
Recao y Juan Manuel Sucre.
La Directiva de la Sociedad quedó formada por el Dr.
Jesús Mendoza Briceño, en calidad de Director; Subdirector, Dr. Cipriano Fry
Barrios; Secretario, Br. Rafael Recao; Tesorero, Sr. José Eugenio Sánchez
Afanador y Bibliotecario-Archivero, Dr. Bartolomé Tavera Acosta.
Luego de la reunión preparatoria se instaló el 22 de
octubre en el Salón de Actos Académicos del Colegio Federal de Varones regido
por un programa especial.
La Sociedad tuvo un órgano
divulgativo llamado Fastos de Guayana. El primer número salió en noviembre de ese
año, administrado por el Dr. W.
Monserrate Hermoso.
Obra importante de la gestión de Marcelino Torres García
fue el corte de Cerro Azul para darle salida a la calle Progreso que terminó de
trazar y empedrar al igual que la Calle Dalla Costa con la cual quedó enlazada.
Los duros trabajos de Cerro Azul, a fuerza de barreno y
mandarria, y en los cuales tomaron parte 50 delincuentes comunes de todo el
Estado, comenzaron en febrero de 1818.
La longitud agregada a la calle Progreso hasta encontrar
el Paseo El Porvenir, es de 54 metros y de 1.800 metros cúbicos el volumen de
roca demolido con ayuda de tres mil tiros de dinamita. El material extraído fue
utilizado en la pavimentación del Paseo Falcón.
El general Marcelino Torres García, uno de los pocos
Gobernadores de la época nativo de Bolívar, alentaba la vieja aspiración de los
bolivarenses de un ferrocarril que uniera a la capital con el interior del
Estado.
En tal sentido estimuló un proyecto de manufactura
inglesa, junto de 1920, que estuvo a punto de materializarse luego de
introducirse al Congreso un contrato celebrado entre los Ministerios de
Relaciones Interiores, Hacienda y Obras Públicas y el ciudadano John A. Browman
para construcción y explotación de un Ferrocarril que partiendo de San Félix
pasará por Upata, Guasipati, El Callao y Tumeremo.
Este corrió con malo suerte y en febrero de 1927 se
estudió otra alternativa mediante la firma de un convenio entre el Ejecutivo
Federal y el señor Edgar A. Wallis para la construcción de un Ferrocarril entre
el Estado Bolívar y Territorio Delta Amacuro.
Wallis, súbdito ingles, en representación de la
Venezuela Mining Syndicate Lid. recibió la concesión para construirlo y
explotarlo durante 99 años. Sería
tendido desde un punto cualquiera de la margen derecha del Orinoco, aguas abajo
del puerto de San Félix, hasta la región minera de El Callao, con derecho a
prolongarlo hasta El Dorado, sobre el Cuyuní.
El punto de partida en el Orinoco se elegiría si fuese posible en un
lugar accesible en toda época del año a buques trasatlánticos para carga y
pasajeros.
La edición 8 de la revista Venezuela of today publicada en Nueva Cork dio cuenta de ese
proyecto e informó en febrero de 1929 que los estudios ya concluidos marcaban
la línea férrea desde el puerto de Sacupana a la margen del Río Grande,
cruzando luego la Sierra Imataca y pasando por El Palmar, El Mamo y El Callao
para terminar en el Alto Cuyuní.
También fue un proyecto más, sin resultados efectivos
como el de 1873 del general Francisco Monserrate, cuya concesión obtuvo de la
Asamblea Legislativa del Estado Soberano de Guayana. Aquel era un proyecto de
ferrocarril limitado a la calle Orinoco para carga y descarga de los barcos
mayores y menores que arribaran al puerto.
Como el de 1881 del general Venancio Pulgar, contrario suscrito con el
Gobierno del General Antonio Guzmán Blanco para construir un Ferrocarril desde
los márgenes del Orinoco hasta el Yuruary. Como el proyecto de 1885 de C.C.
Fitzgerald de tener una línea férrea desde el Cuyuní hasta el Distrito
Roscio. Como el de De la Hante y Compañía (1887) para construir un ferrocarril entre
el Orinoco y Guasipati. Como el proyecto
de Enrique Chaumer (1895), para la construcción de un ferrocarril Ciudad
Bolívar – Gurí – Cicapara – El Callao.
A raíz de los descubrimientos de los grandes yacimientos
de hierro y su consiguiente explotación por empresas foráneas, el Gobierno
Nacional, a través del Instituto de Ferrocarriles, proyectó la construcción de
una línea férrea entre Ciudad Guayana y el puerto marítimo de Guanta pasando
por Ciudad Bolívar a través de un Puente sobre el Orinoco. Todos estos contratos y proyectos fenecieron
antes de emprenderse los trabajos.
Iniciativa importante en la vida artística cultural de
Guayana bajo esta administración fue la institución de los Juegos Florales, con
motivo del Día de la Raza.
En la Casa del bachiller César Augusto Acosta, se reunió
un grupo de venezolanos y españoles con ese fin y nombró una Junta Organizadora
presidida por Gabriel Beltrán Dalla Costa que trabajó desde el 2 de agosto, día
de su instalación, hasta octubre cuando tuvo lugar el evento en el Teatro
Bolívar.
Hubo tres torneos: el realizado en octubre de 1920 con
motivo del Día de la Raza; el de febrero de 1923,, dedicado al centenario del
natalicio de Juan Bautista Dalla Costa y el último, 1928, para conmemorar el
Día de la Paz.
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