lunes, 26 de octubre de 2015

Gobernador Silverio González 1924-1927-1930

El General Silverio González, nativo de Cumaná, fue electo Presidente del Estado  Bolívar  para  el  trienio  1924 – 1927,  pero  prolongó  su  período  hasta  1930 cuando fue sustituido por el Dr. J. J. Gabaldón.

Recién dejaba la Gobernación del Estado Sucre cuando luego de haber sido transportado por mar hasta Barcelona, el Gral. Silverio González tomó allí un carro el 27 de febrero para dirigirse a Ciudad Bolívar a tomar posesión de la Presidencia del Estado para el período 1924 – 1927.

El 29, al mediodía, fue juramentado por la Asamblea Legislativa junto con el Gral. Marcelino Torres García y Anselmo Zapata Ávila, en calidad de primer y segundo vicepresidentes, respectivamente.

La llegada del nuevo Presidente del Estado casi coincide con la de Monseñor Miguel Antonio Mejía, quien luego de desempeñar durante veinte años la Vicaría Apostólica de Valera, fue consagrado Obispo de la Diócesis de Guayana.  Llegó a Ciudad Bolívar el 14 de marzo y tres meses después lo hizo el padre Diego Alonso Nistal, Obispo Partibus de Dorilea Y Vicario Apostólico de las Misiones del Caroní, con sede en Upata.

Prácticamente inactivas durante más de una  centuria, las Misiones del Caroní volvían por sus fueros.  El 4 de marzo de 1922, Su Santidad Pío había dictado la Bula Quoties Romani Pontíficos por medio de la cual quedó erigido el Vicariato Apostólico del Caroní y confió sus Gobierno a los Frailes Menores Capuchinos de San Francisco. A partir de entonces, los padres capuchinos Nicolás de Carmenes, Fray Gabino de San Román y Maimino Catrillo, fundadores de la iglesia de El Callao y El Palmar, fundador también junto con el explorador Lucas Fernández Peña, la Misión de Santa Elena de Uairén, 1931.  Asimismo, las Misiones de San Francisco de Luedpa, Santa Teresita de Kavanayen, Nuestra Señora de Coromoto de Kamarata y Wonken.

Hasta marzo los citadinos tuvieron agasajando al nuevo Presidente del Estado Bolívar.  La Escuela de Música y Canto, bajo la orientación de José Francisco Miranda, ofreció en su honor un concierto que tuvo lugar en la casa de Mercedes de Figarella, que luego se repitió en el Teatro Bolívar a beneficio de los trabajos de reparación de la Catedral que se preparaba para recibir a su nuevo obispo andino.

Tan andino como el Ex−Presidente Cipriano Castro que el 5 de diciembre de ese año (1924) falleció en Puerto Rico donde se hallaba exiliado después de haber estado en Europa tratando el riñón que le hizo perder o dejar la Presidencia en manos que no pudieron regresársela.

La llegada de 1925 encontró al Estado Bolívar con una población superior a los 70.000 habitantes y acusando una balanza de pago a su favor pues exportaba para Europa y Norteamérica más de 10 millones de bolívares en productos naturales e imprimaba unos 4 millones en renglones manufacturados.

El Concejo Municipal, intentando poner orden en el desarrollo urbano de la capital, dictó el 14 de septiembre de 1925 una Ley de Arquitectura; la cual no permitía, Artículo 35, el uso de aleros.  Los edificios que se construyan deberán tener cornisa y los desagües de los techos deberán bajar a la calle por cañerías empotradas en mampostería, prohibiéndose en absoluto las trompetillas de desagüe.
Esta ley fue promulgada en Gaceta Municipal y el diario vespertino El Luchador. Para entonces circulaban en el Estado diecinueve publicaciones.  Además de las anotadas, se editaban el Correo de Guayana (diario), la Gaceta Eclesiástica (semanario), la Voz del Orinoco (mensual), Labory Confraternidad (mensual), Astrea (mensual), Hispana (mensual), Gaceta Médica (mensual), Asilo de la Paz (mensual), El Loro (semanario),       El Pueblo (decenario), Caridad, El Trueno y La Campana (ocasionales).  En el Callao circulaba El Molino; El Yuruary, en Guasipati; El Germinal, en San Fernando de Atabapo y El Alba, de Anita Acevedo Castro, en Upata.

En El Alba de Anita Acevedo Castro, semanario fundado el 15 de febrero de 1922 y que circuló durante veinte años, colaboraba el doctor Eduardo Oxford, quien el 4 de octubre de ese año de 1925 falleció en Upata, donde ejerció y realizó varios trabajos científicos, entre ellos Geografía Médica del Yuruary y La Fiebre Amarilla en Upata, con prólogo del Dr. Luis Razetti.

Al mes siguiente también, fallecieron en Ciudad Bolívar, los Generales Máximo Hernández y Vicente La Rosa, próceres de la Guerra de Federación.

La llegada del petróleo o Mene, como le decían los indios, hacía temer por el futuro de la agricultura en Venezuela.  En Ciudad Bolívar se fundó la Sociedad Protectora de la Agricultura,  presidida por Eduardo Boccardo, la Sociedad de Artesanos y Obreros donó 500 kilos se semillas de algodón a los agricultores y el Gobierno Regional creó el Premio Gómez, de 8 mil bolívares, para el mayor productor del año.
Posteriormente el Congreso Nacional acordó adquirir para la Nación las tierras propiedad del general Juan Vicente Gómez denominadas Hatos del Caura, por la cantidad de 17 millones de bolívares, para el desarrollo de un vasto plan de colonización.  El acuerdo firmado por el Presidente del Congreso Pedro Emilio Coll, establece que son 14 leguas cuadradas ubicadas en el Distrito Cedeño.

Entre tanto en Caracas se reformaba de nuevo la Constitución Nacional para prolongar la vida del general Juan Vicente Gómez en el poder.  Esto implicaba igualmente reformar las Constituciones Regionales.  En Bolívar se instaló la Constituyente el 21 de diciembre bajo la presidencia del Dr. J. M. Agosto Méndez y el 25 el  Presidente Silverio González presentó su Mensaje y el Dr. Antonio María Delgado su Memoria y Cuenta.

De manera que el Estado Bolívar amaneció en 1926 con una nueva Constitución que poco modificada la anterior, pero que la ponía en sintonía con la Carta Fundamental de la República que el Dictador hacía modificar con la sola intención de perpetuarse en el Poder y evitar que el mando de las fuerzas armadas se alejara de sus manos.

A pesar del descontento político creciente, estas modificaciones de conveniencias satisfacían la vanidad y ambición de poder de Juan Vicente Gómez como seguramente lo llenaba el tener raros ejemplares fáunicos en su Zoológico de Maracay, entre ellos, un Tigre negro capturado en Guayana.

Una tigra negra fue cazada por el ganadero Félix Páez Ezeiza en su hato La Yegüera, a principios de febrero. Durante la operación cinegética que costó la vida al felino, cuatro de sus perros resultaron heridos, mientras el cachorro, también negro como la madre, no fue posible cazarlo vivo en el momento sino 24 días después y regalado al General Gómez a través del Gral. Augusto Casado.

Tratando de cazar un Oso Palmero en el mismo propósito, Merizo Palazzi fue desgarrado desde el femoral hasta la rodilla en su fundo Caruto, más allá de la Pica de Araciana.  El Oso enfurecido lo atacó luego de haber sido herido de un disparo por el mayordomo de su hato.

Del período gubernamental del general Silverio González es La Escalinata de estilo romano que se gasta Ciudad Bolívar en la calle Carabobo.  Fue decretada por el Presidente del Estado en mayo de 1926, con el objeto de fluir sin interrupción la comunidad peatonal de la calle Carabobo a través de la llamada Laja del Campanario y al mismo tiempo con la calle Bolívar.

Los trabajos se iniciaron el 5 de mayo a objeto de que estuviese lista para ser inaugurada el 19 de diciembre, aniversario del ascenso de Gómez al Poder.  La dirección de la obra, con balaustrada de cemento armado, fue encomendada al ingeniero Antonio Simón Pietri.  Antes, el sitio era un depósito de basura y animales muertos.  El inspector de Obras Públicas era Leoncio Martínez.

Cabe decir que en febrero de 1909 se tomó la decisión oficial de acometerla sin resultados tangibles.  Existe una Revolución del entonces Encargado del Ejecutivo,             J Campbell Acosta, por medio de la cual designa a Antonio Valera Villalobos “Para ejecutar los trabajos de la calle Carabobo en la cuadra comprendida entre las calles Amor Patrio y Bolívar, y construcción de una Escalinata de concreto que de acceso a la expresada calle por la calle Bolívar”.

Esta Escalinata fue lamentablemente demolida en 1967 y sustituida por otra de muy inferior calidad arquitectónica.  En 1987 fue reconstruida conforme a su diseño original dentro de los proyectos de intervención para la revitalización del Casco Histórico de Ciudad Bolívar.

De ese prolongado período de seis años datan los primeros Telares e Hilanderías que tuvo la ciudad capital, fundados por Ernesto Bilancieri; la construcción del Aeródromo para que pudieran operar los aviones franceses Potez Loraine y Latecoere 26 para el servicio postal y de pasajeros; los Cursos de Enfermería establecidos por la Cruz Roja, entonces presidida por el doctor Manuel Felipe Flores; la pavimentación del Paseo                            El Porvenir; inauguración del Semanario Diocesano creado por Monseñor Miguel Antonio Mejía y la demolición del Teatro Bolívar con miras a construir uno nuevo, dado su progresivo estado de deterioro.


El general Silverio González gobernó hasta el 18 de octubre de 1930 cuando fue destinado a la gobernación de Anzoátegui.  En su lugar fue designado el Dr. J. J. Gabaldón.

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